El Gonfoterio de Quilpué

Descubrimientos realizados en el sector del estero de Quilpué vienen a abrir el debate sobre la megafauna y los primeros humanos que habitaron en el valle.

El grupo de los proboscídeos, se caracteriza por tener fusionado el labio superior con la nariz, formando una sola estructura, llamada probóscide. Otra característica de este grupo de mamíferos es la hipertrofia de los incisivos superiores e inferiores, según la especie.

Es así que se tiene tetrabelodontes (con cuatro incisivos súper desarrollados, superiores e inferiores) y dibelodontes (solo dos incisivos, ya sean superiores o inferiores). En esta categoría entra la familia extinta de los Dinotheridae, con prominentes incisivos inferiores doblados hacia atrás, y la familia Elephantidae, representada por los actuales elefantes asiáticos (Elephas maximus) y el elefante africano (Loxodonta africana), con sus grandes defensas en el maxilar superior.

Las distintas especies de estos animales habitaron distintos tipos de ambientes (selvas, tundras, etc.), conquistando casi todo el planeta, a excepción de Australia y la Antártica.


Los mastodontes representan a los mamíferos fósiles de gran tamaño más abundantes encontrados en Chile, ya que sus fósiles abundan en casi todas las regiones,  se han encontrado tanto en el norte como en el sur. Existen dos sitios muy importantes con evidencias de mastodontes en Chile, Quereo[1] y San Vicente de Tagua[2]. Estos dos sitios han proporcionado una gran cantidad de material paleontológico y arqueológico. En efecto, la laguna hoy seca de Tagua-Tagua ha rendido evidencia de la faenación de grandes mamíferos, así como también se han descubierto evidencias de fogatas y de huesos utilizados como herramientas por las personas que allí cazaron y faenaron ejemplares de la megafauna local.


Más modernamente, se han encontrado huesos de mastodontes Cuvieronius hyodon en el sitio arqueológico de Monte Verde, al noroeste de la ciudad de Puerto Montt. También se encontraron restos de mastodonte en Batuco, a unos 30 kilómetros al norte de Santiago, pero, lamentablemente, la mayor parte de los huesos hallados, incluyendo partes del cráneo, se perdieron debido a que se desintegraron por haber estado en un lugar muy húmedo, rescatándose al final muy poco material.


Asimismo, en 2007 se encontraron molares de un mastodonte en las inmediaciones del río Quillén[3], mientras se trabajaba en la implementación de un balneario.


Otro importante hallazgo de un hueso de mastodonte se produjo hace algún tiempo en el Parque Natural Aguas de Ramón[4] cuando un guardaparque encontró un gran hueso que asomaba desde una saliente. Los estudios posteriores realizados por cuatro especialistas y el arqueólogo Patricio López demostraron que el hueso correspondía a un fémur incompleto de un mastodonte. En el mismo sitio se descubrieron los huesos de una paleollama, otro gran mamífero de la época de los primeros americanos.


En 1986, unos trabajadores descubrieron, en Osorno[5], al remover una gran cantidad de tierra, unos enormes huesos, los que fueron identificados como Gomphotherium, es decir, mastodonte. Las excavaciones posteriores han seguido proporcionando nuevos huesos, no solo de gonfoterios o mastodontes, sino también de otros ejemplares de la megafauna local, como, por ejemplo, el Myocastor cf. coypus, del cual se ha encontrado un cráneo completo.


Durante la construcción de una nueva planta de Aguas Andinas en la comuna de Padre Hurtado[6], el personal que realizaba las faenas se topó con un hueso de casi veinte centímetros que fue creciendo en tamaño a medida que retiraban la tierra y las piedras que lo cubrían. Las obras se paralizaron a fin de rescatar la pieza fósil, la que finalmente se determinó que correspondía a un incisivo[7] de un gonfoterio.


Un equipo de expertos dirigidos por el arqueólogo Rafael Abarca y un perito de la PDI comenzaron con las excavaciones y para sorpresa suya, se encontraron con el cráneo casi completo del animal prehistórico. En la actualidad, dicho cráneo se encuentra depositado en el Laboratorio de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural para su estudio.



Consideraciones generales sobre los gonfoterios o mastodontes

Restos de Gomphotheriidae o gonfoterios, en América del Sur, se registran desde el período Pleistoceno Inferior Medio hasta el final del Pleistoceno. Estos se consideran descendientes de los gonfoterios de América del Norte y habrían llegado a través del Istmo de Panamá. 

Aunque de los hallazgos de restos de gonfoterios hay escasos datos geológicos de los sitios paleoindios, existen muchos más, lo que es importante para establecer los tiempos y hasta las circunstancias generales.

Algunos eruditos consideran que los gonfoterios presentan una variabilidad individual, siendo partidarios de incluirlos todos en un solo género monoespecífico, el de los Cuvieronius hyodon. Otros consideran que los restos de San Vicente de Tagua-Tagua son muy distintos de los demás y que deberían corresponder al Stegomastodon. Entonces, se especula, los Cuvieronius hyodon pudieron haber llegado desde el Norte, aproximadamente a lo largo del borde occidental de la cordillera de los Andes hasta la zona Monte Verde, en el área de Puerto Montt. En tanto, los Stegomastodon pudieron haber arribado desde la Argentina a través de algún paso cordillerano hasta la zona de San Vicente de Tagua-Tagua.


Desde el punto de vista geológico y paleontológico, son pocos los datos sobre la ubicación de estos animales en el tiempo. No obstante, el hecho de que varias localidades o sitios donde se han descubiertos sus restos correspondan a niveles paleoindios de cazadores-recolectores, permite que se hayan propuesto algunas fechas, las que varían entre 13.000 y 10.000 años antes del presente. Los restos chilenos de gonfoterios corresponden prácticamente todos al Pleistoceno superior o Lujanense, tanto los que se han descubierto en sitios de caza como los hallazgos puntuales.


La distribución geográfica de los mastodontes en Chile parece indicar que se dispersaron de norte a sur, llegando hasta la altura de la isla de Chiloé, sin embargo, las referencias más numerosas de proboscídeos se dan entre La Serena y Temuco.


Del análisis de los restos que se han descubierto, se deduce que todos los restos analizados deben corresponder a una misma forma. Todos ellos quedan dentro de la variabilidad d elos materiales que se han observado en aquellas localidades con muestras más rpresentativas, como lo son San Vicente de Tagua-Tagua y Tierras Blancas. Pero, desde el punto de vista morfométrico varían más los restos dentarios. Los tamaños son variables, no sólo entre dientes superiores e inferiores, sino también entre los de un mismo individuo.

Desde el punto de vista taxonómico, la falta de restos fósiles craneales que conserven la parte anterior de la sínfisis, unido a los caracteres morfológicos de los restos estudiados, no permiten señalar la presencia de más de una forma de gonfoterio en Chile, a pesar de lo ya dicho por los especialistas.


El sitio Quilpué-1

Una información aparecida en la prensa nacional dio cuenta a principios del mes de junio de 2015 del descubrimiento de material lítico claramente de manufactura humana junto a restos óseos de lo que aparentemente era parte de una mandíbula de gonfoterio. (La Cuarta, jueves 4 de junio de 2015, página 6, en http://papeldigital.info/lacuarta/ index.html?2015060401; El Mercurio de Valparaíso, jueves 4 de junio de 2015, página 28, en http://www.mercuriovalpo.cl/impresa/2015/06/04/ papel/.). Obviamente, la prensa tiene sus maneras de presentar las cosas a objeto de que resulte más interesante a quienes reciben la información.

La prensa dio cuenta de que una persona que trabaja en el estero de Quilpué, frente al sector de Valencia, de forma accidental, encontró entre el material que reúne normalmente para su faena artesanal de lavado de oro, algunas cosas que le llamaron la atención y que dejó a un lado, por no corresponder a lo que él buscaba.


La Sociedad de Historia y Geografía de la Provincia de Marga-Marga dio cuenta del hallazgo e inmediatamente se pusieron en alerta varias instancias, en tanto que la entidad lograba formar algunas alianzas para ver la manera de estudiar lo encontrado y al mismo tiempo se hizo entrega al Museo Francisco Fonck de Viña del Mar del material que fuera entregado motu proprio por quien lo encontró, a objeto de que fuera mantenido en custodia por dicha institución hasta que se pudieran dar las condiciones para su estudio y puesta en valor, así como para su exhibición en las mejores condiciones posibles, tanto para el conocimiento de la comunidad científica como del público en general, pero asegurando su preservación.


Lo interesante de este descubrimiento, que se debe al minero artesanal don Carlos Cerda Möcklï, antiguo vecino del sector de Valencia, es que viene a proporcionar las bases para un estudio sobre bases concretas de la existencia de megafauna en el valle de Quilpué.



Trozo de mandíbula con molares de gonfoterio procedente del sitio Estero-1.


Aunque no están las herramientas ni los recursos en estos momentos para financiar un estudio apropiado sobre el hallazgo de los restos de gonfoterio ahora conocidos, el sitio Estero-1, es de esperarse que dentro de algún tiempo se puedan realizar avances en este sentido. Una de las cosas más importantes que deberá develarse en lo futuro es si el sitio Estero-1 correspondió a un sitio de caza paleoindio y, por lo tanto, si el gonfoterio cuyos escasos restos fueron encontrados fue cazado por humanos, o si murió por causas naturales o debido a otras circunstancias. Unos cuantos restos diferentes quizá pudieran señalar la presencia de otros animales de la megafauna local del período Pleistocénico.


El hábitat que pudo haber conocido el gonfoterio, como las otras especies que naturalmente debieron haber medrado en el sector del curso medio del actual estero de Quilpué, debió haber sido bastante diferente al actual, ya que las condiciones generales de la zona también lo eran. El mundo venía saliendo de las grandes glaciaciones y las condiciones climáticas debieron ser distintas, mucho más húmedas que las actuales, y con grandes bosques de especies que en la actualidad solo se dan más al sur, como robles, por ejemplo. Todo el sector del estero debió ser una gran laguna, alargada, y con bordes amplios y pantanosos, donde se podía encontrar más que suficiente alimentación para la megafauna.


Área del curso medio-inferior del estero de Quilpué, cuyo hábitat pudo haber incluido laguna(s) y pantanos donde medró la megafauna, y donde el hombre paleoindio pudo haber cazado. El recuadro señala el sector relacionado con el Gonfoterio del sitio Estero-1.


Los estudios que a futuro puedan realizarse sobre las condiciones climáticas como ecológicas del valle, sin duda vendrán a proporcionar mayor conocimiento no solo acerca de las condiciones del medio ambiente tras las glaciaciones y en vísperas de los primeros hombres, sino sobre el entorno en que vivieron y se desarrollaron las varias especies animales que medraron en el valle.


[Aquí es necesario aclarar un par de cosas. La primera es que el descubridor, don Carlos Cerda Möcklï, no se dedica a pesquisar ningún tipo de restos arqueológicos ni paleontológicos. Su actividad es única y exclusivamente buscar oro en las arenas del estero. Para dicha actividad, debe excavar desde la superficie hasta la circa, que es donde se encuentra el oro. Algunos “especialistas” y “expertos” no han entendido tal cosa, debido a que ignoran por completo lo que es la explotación aurífera de un lavadero de oro. La segunda es que La Sociedad de Historia y Geografía de la Provincia de Marga-Marga nunca tuvo en su poder nada de lo que el señor Cerda encontró y donó de su propia voluntad. La Sociedad solamente intermedió y se hizo parte en el proceso para evitar que personas inescrupulosas pudieran, de alguna manera, sacar ventaja y provecho económico de lo que es, por definición legal, patrimonio nacional. La tercera cosa es que es muy lamentable el hecho de que algunas personas, en un afán de protagonismo personal, no midan las consecuencias de sus acciones y que otras, con la finalidad de asegurarse una remuneración (lo que no es ilegítimo per se) adopten actitudes contrarias a la buena fe y al interés general. La Sociedad de Historia y Geografía, como la Agrupación de Investigadores de la Historia, la Academia de la Historia de Valparaíso y otras tantas entidades e instituciones de la Región, no han buscado sus propios intereses ni han actuado por fines económicos ni de figuración. Y es de mucha satisfacción el trabajo serio, responsable, honrado y desinteresado que un grupo de profesionales está realizando en este sentido.]





[1] En las inmediaciones de Los Vilos, Provincia de Choapa, Región de Coquimbo.
[2] En la antigua laguna de Tagua-Tagua, San Vicente de Tagua-Tagua, Provincia de Cachapoal, Región de O’Higgins.
[3] Comuna de Galvarino, Provincia de Cautín, Región de la Araucanía.
[4] Comuna de La Reina, Provincia de Santiago, Región Metropolitana.
[5] Provincia de Osorno, Región de Los Lagos.
[6] Provincia de Talagante, Región Metropolitana.
[7] Es decir, defensa.

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